
Y así empieza la vida con la paz de nuestro propio ser y la soledad de la santidad. Nacemos, crecemos y morimos, el ciclo natural del ser humano o más bien del cuerpo humano. El alma crece, aprende y perdura en la eternidad.
Todo regresa al mismo lugar, todo está donde debe de estar. Con distintas personas, sentimientos, emociones y lecciones aprendidas. La rueda de la vida regresa a su origen aunque soy la misma, no me parezco a la que deje, ahora estoy distinta, evolucionada y amada.
Soy única, soy una, soy todos.
In lak’ech Ala K’in : Yo soy tú y tú eres yo.
∆ : Mónica
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